Si alguien tiene dudas de lo que se ha expuesto aquí, busquen la entrevista que un grupo de periodistas en Naciones Unidas hizo al Ché Guevara, en diciembre de 1965, cuando le preguntaron si en Cuba se seguía fusilando. “Sí, -respondió- estamos fusilando y seguiremos fusilando a todos los que se opongan a la Revolución”.
Recordemos aquellas palabras de Fidel Castro, las que el viento se llevó, expresadas el 9 de enero de 1959, cuando al dirigirse a las madres cubanas dijo: “Y quiero decirle al pueblo y a las madres de Cuba, que resolveré todos los problemas sin derramar una gota de sangre. Le digo a las madres, que nunca a causa de nosotros tendrán que llorar”.
Video: Fidel Castro las torturas en Cuba
Pero una madre, Margarita Marín Thompson, madre de tres hijos, tuvo que llorarlos cuando Fidel Castro mandó a fusilar a los tres, en diciembre de 1980, por penetrar en la sede del Vaticano de La Habana para pedir asilo.Los hombres cubanos que más sangre llevan en sus manos, son precisamente Fidel y Raúl Castro. Mantuvieron la mentira de los veinte mil mártires, como saldo para lograr el poder, mientras que con la acción del golpe de estado de Batista, ocurrida el 10 de marzo de 1952, no hubo ni un civil o militar muerto. Recordemos también los 30 años que cumplió Mario Chanes de Armas y también el comandante Hubert Matos, por negarse ambos a admitir el comunismo a inicios de la Revolución.
En cambio, dos mujeres, Haydee Santamaría y Melba Hernández, por colaborar en el trasiego de armas para el ataque al Moncada, fueron condenadas a ¡seis meses de prisión¡ y a mí, esta periodista independiente que hoy disfruta a sus casi 75 años de un poco de libertad para escribir, la que se ha ganado a fuerza de perseverancia, razón y respeto a la verdad, fue condenada a prisión año y medio en 1989, sólo por fundar un partido para denunciar las violaciones a los Derechos Humanos. A María Elena Cruz Varela, a dos años de prisión por disentir, y a Martha Roque Cabello, cinco años por ser coautora del documento La Patria es de todos y así, múltiples ejemplos más que demuestran de forma fehaciente la crueldad del castrismo.
Si pudiéramos invertir los nombres y Batista hubiera asaltado el Cuartel Moncada, donde cayeron decenas de hombres de ambos bandos, Fidel Castro no lo hubiera condenado a sólo quince años de prisión y mucho menos lo habría perdonado y puesto en libertad a los quince meses.
Antes también lo había perdonado Batista, cuando el aguerrido abogado de Birán presentó una demanda contra él, 48 horas después del golpe de estado del 10 de marzo de 1952.
Recordemos estas otras palabras suyas, expresadas el 8 de enero de 1959: “Nosotros no podemos convertirnos en dictadores. Jamás incurriremos en la grosería de ser dictadores”.
Años después, en 1999, cuando un periodista mexicano le preguntó a Fidel Castro por qué después de cuarenta años en el poder no se lo transmitía a otros, molesto por la pregunta, respondió: “¡Porque no me da la gana!”
El dictador Pinochet, en cambio, hizo un Plebiscito en Chile y aceptó su derrota en 1988.
Cubanos en la red social/El Correo de Cuba
Tania Díaz Castro
Poetisa y periodista independiente
Reside en Santa Fé, La Habana
Escribe para Cuba Prensa Libre