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- #Cuba: ¿Cómo sacar al policía que llevo en la cabeza?
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Pantalla Cubana HD
viernes, 2 de mayo de 2014
Desde que nací, un pequeño ser conocido como “el policía imaginario” ha vivido en mi mente. Es un señor que está en todas partes, que todo lo escucha y lo sabe.
Lee mis correos
electrónicos, mis mensajes de texto; está atento a todas mis llamadas
telefónicas y graba todo lo que hablo en casa mediante micrófonos. Mi
policía imaginario me vigila cuando salgo y me sigue a todos esos
lugares donde voy. Cuando camino por las calles me observa por las
cámaras y me rastrea hasta que llego a mi destino. Siempre se enfurece
cuando hago un comentario que políticamente le haga sentir incómodo. A
mi amigo imaginario le he llamado: Alberto el policía.
Alberto a veces me habla y hasta me
prohíbe cosas. El otro día no quiso que yo fuera a una reunión de
opositores. Su forma de decirme las cosas curiosamente se manifiesta en
mi cerebro con forma de pregunta: “¿Y si ella me ve?”, “¿Y si se enteran
que soy yo?”, “¿Qué pasará si descubren lo que hago?”, “¿Por qué me
meto en estas cosas?”. Alberto es como el grillo de Pinocho, pero en
este caso es rojo y su función es la anti-conciencia.
A veces soy rebelde y le sigo la
contraria, pero en ese tiempo que dura mi rebeldía lo tengo encendido a
todo volumen repitiéndome las mismas preguntas. Incluso, él está cuando
no hay nadie más a mi alrededor. En mi viaje a Europa estuve en un valle
solitario, donde en varios kilómetros de radio no había un solo ser
humano. Me dije: “Voy a gritar ¡Abajo Fidel!”. Quería probar el eco del
lugar y además sentirme libre de chillarlo a los cuatro vientos. ¡Mira
que estaba lejos! Pero Alberto no me dejó, no pude, estuve a punto de
sacar las dos palabras de mi boca, pero me quedé bloqueado. Alberto
también andaba por ahí escondido en uno de esos árboles esperando que yo
gritara.
Ese pequeño ser inanimado que vive en
nuestras mentes va creciendo a medida que conocemos mejor la realidad
cubana. Nuestro método congénito para no enfadarle se resume en la
autocensura. Nosotros mismos cortamos nuestras alas. Luego crece con el
miedo que nos inculcan nuestros padres y conocidos: “no te metas en
candela”, “no confíes en nadie”, “cuidado con fulanito que es de la
seguridad”; y así nuestro apéndice maldiciente se va arraigando en
nuestra razón.
¿Cómo sacar al policía que llevo en la cabeza?
Primeramente, deja que ese que nos sigue
y nos controla haga su trabajo. No se lo pongas tan fácil con amigos
imaginarios realizando su función. No existen tantos de ellos en la
calle. Sé claro, firme y honesto. Sé libre. No se puede luchar por la
libertad si uno no es libre de su propio cerebro. Olvida que tu vecino
te espía, y si algún día detectas que lo hace, invítale a que se saque
su policía imaginario de la cabeza también. Rompe las cadenas que
censuran tus ideas, tus palabras y tus acciones. Sé precavido no
obstinado. Habla de lo que quieras y de lo que entiendas porque nadie te
puede obligar a no hacerlo. No creas que por dar tu criterio “alguien
puede resultar herido”.
Hagamos nuestro trabajo más sencillo.
Despojemos a Alberto de nuestras cabezas. Nuestros amigos se darán
cuenta que hemos vencido esta enfermedad. ¡Ayúdales también a ellos a
superarla! Sólo así, dentro de lo que cabe, seremos más felices y
útiles. Ahora conoces a mi policía imaginario. ¿YaCubanos en la red social/ Yusnaby Pérez
Bloguero y escritor cubano. Amante de la democracia, la libertad y los Derechos Humanos. Defensor de la pluralidad de criterios y modos de expresión. Vivo en La Habana.