En el Manifiesto de 21 puntos, escrito por Fidel Castro en febrero de
1957, aparece el recurso de la huelga general. El futuro dictador decía
confiar en la acción de las masas, a pesar de que sólo existía
tradición de heroísmo en sus minorías.
De adolescente, fui testigo de las primeras manifestaciones habaneras
de repulsa a Batista, en abril de 1952, integradas por estudiantes
universitarios. Vivía a tres cuadras de la Universidad y muchas veces
contemplé bien de cerca a Luis Blanca Fernández, José A. Echeverría y
Juan Nuiry, al frente de veinte o treinta jóvenes. Por la calle San
Lázaro, por donde desfilaban, vecinos y transeúntes los observaban en
silencio, mientras la policía se mantenía a la expectativa.
De esa forma, se vieron aquellos primeros brotes de oposición
estudiantil, hasta que comenzó a aumentar su nivel de agresividad,
lanzando piedras contra la policía, los que con fuertes surtidores de
agua, trataban de disolver las protestas. Meses después se enfrentaban a
tiros, ya armados los estudiantes.
El 15 de enero de 1953, cayó muerto el estudiante Rubén Batista, el
primer mártir, fueron arrestados 175 universitarios y por último, ante
el clima de violencia imperante, la Universidad decidió su clausura.
Pero, ¿qué hacía la población cubana, con sus seis millones de
habitantes? Nada. Los trabajadores acudían a sus labores, los padres
enviaban a sus hijos a las escuelas y la juventud no dejaba de
divertirse en los centros recreativos.
Ya en 1956, dos de las organizaciones más radicales, se habían
convertido en un movimiento de acciones terroristas, que jamás la masa
secundó. Se sabía incluso que numerosos revolucionarios morían a
consecuencia de sus propias bombas, como son Urselia Díaz Báez, Enrique
Hart Dávalos, Carlos García Gil y muchos otros.
No fue cierto que el saldo de aquella etapa insurreccional fuera de
veinte mil mártires, invento del periodista de la Revista Bohemia,
Enrique de la Osa, falsedad que el gobierno castrista ha mantenido
durante décadas como real. Apenas cien o ciento y pico de terroristas
cayeron en choques con la Policía, más unos quince o veinte torturados y
asesinados por último.
Esta puede ser la razón por lo que la masa no obedeció a Fidel
Castro, cuando éste ordenó huelgas generales. El pueblo lo veía como el
jefe de una guerra violenta, tanto en las lomas, como en la calle.
Pero, ¿qué ocurre hoy a la masa cubana, en presencia de la dictadura
más larga y cruel de Cuba? ¿Por qué no hace lo mismo que los venezolanos
o los sirios?
Para esta pregunta hay una sola respuesta: La masa cubana actúa en
consecuencia con la forma de lucha pacífica que la oposición mantiene
desde 1987.
Esa masa, que depende salarialmente del amo-estado -3.5 millones de
trabajadores estatales-, que ha sufrido las represalias del gobierno
ante todo aquel que disiente de la política oficial, es hoy una masa
inteligente, que ha optado por una lucha no violenta, tenaz y
perseverante contra el comunismo, consciente además de que es
responsable de los males del gobierno y no el Embargo Comercial de
Estados Unidos, al que llaman Bloqueo. -Fue también impuesto en China
hasta 1972 y no fue obstáculo para que ese país asiático se convirtiera
en una potencia económica-.
¿Acaso esa masa pone en práctica una estrategia de la oposición? No.
El gobierno sabe perfectamente que se trata de una reacción popular
voluntaria, inédita en nuestro quehacer histórico y en franco desacuerdo
con el régimen.
Raúl Castro lo dijo en julio de 2011: “El mayor obstáculo que
enfrentan las Reformas aprobadas es la barrera psicológica formada por
la inercia, el inmovilismo, la doble moral, la indiferencia”. Y agregó:
“A lo largo de los últimos veinte años, se ha acrecentado el deterioro
de los valores morales y cívicos de la población, como la honestidad, la
decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad ante
los problemas de los demás”.
Se refería a los que no producen o producen mal, a los que atentan
contra el ornato público, a los que copian modas norteamericanas, a los
que roban el pan para sus hijos, a los que no interesa ser obreros de
vanguardia, a los que hablan mal del gobierno por los pasillos, a los
que venden por las calles, a los que dicen palabras obscenas porque se
les acabó el miserable salario y tienen hambre, a los que evaden las
reuniones políticas, etc., etc., etc.
Estamos pues ante un estilo de lucha popular contra el castrismo, que
la dictadura no ha podido controlar y que ha ido en aumento en los
últimos ocho años de dinastía raulista
Cubanos en la red social/El Correo de Cuba
Tania Díaz Castro
Poetisa y periodista independiente
Reside en Santa Fé, La Habana
Escribe para Cuba Prensa Libre
Publicado originamente en Cuba Prensa Libre con el título: La masa cubana va por buen camino
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Pantalla Cubana HD
martes, 6 de mayo de 2014