Aquello señalado por Lenin de que el aumento de la productividad
dependía del desarrollo tecnológico, se cumple aquí de manera negativa;
no hay desarrollo tecnológico, luego, no hay aumento de la productividad
y como consecuencia, los alimentos siguen racionados o muy caros.
Pero, no hay que ser tan pesimistas, a cambio de esta
des-industrialización, hoy en La Habana solo existen tres industrias
capaces de contaminar el medio ambiente: la Refinería Ñico López, en
Regla, la siderúrgica Antillana de Acero, en El Cotorro, y la
termoeléctrica de Tallapiedra, a cuál más humeante y pestilente.
Visto el poco interés mostrado hasta la fecha por proveer a las
mencionadas industrias del equipamiento necesario para reducir la
emisión de gases contaminantes hacia la atmósfera, la población debe
estar agradecida de que, aunque es cierto que el desarrollo brilla por
su ausencia, al menos los pulmones están menos sucios y toda la
afectación no pasa de alguna que otra alergia sin más consecuencias que
una tosecita impertinente o un ardor insoportable en los ojos.
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Hildebrando Chaviano Montes
Periodista independiente/El Correo de Cuba
Escribe para Primavera Digital
hildebrando.chaviano@yahoo.com
Publicado originalmente con el título:
No todo es siempre malo, a veces puede ser peor
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Pantalla Cubana HD
jueves, 8 de mayo de 2014