CUBANOS EN LA RED SOCIAL

El pasado mes de mayo ha sido fatal para las redes de barrio en Cuba.

El 3 de mayo en un operativo conjunto del D.T.I (Departamento Técnico de Investigaciones del Ministerio del Interior cubano) y la empresa estatal de telecomunicaciones (ETECSA) desactivaron una red de unas 110 computadoras en el reparto Mantilla ubicado en la capital cubana.

Solo tres días después , el 6 de mayo, fuerzas represivas del régimen clausuraron una red Wi-Fi que operaba desde un edificio multifamiliar en el reparto Pastorita de la ciudad de Cienfuegos y, para cerrar el mes con broche de oro, el 26 de mayo en Víbora Park un aparatoso operativo de la policía puso fin a una red inalámbrica de unos 120 usuarios.
Estas son solamente las redadas sobre las que se ha publicado. Seguramente han sucedido muchas más de las cuales no nos hemos enterado porque los vecinos no se han quejado o simplemente no han podido hacer llegar la información al exterior.
¿Por qué esta represión contra la redes de barrio? El régimen cubano se ha dedicado en los últimos tiempos a demonizar a las nuevas tecnologías. Desde que salió a la luz el affair Zunzuneo, un proyecto de la USAID para facilitar las comunicaciones mediante mensajes SMS a los cubanos, han comenzado a ver fantasmas en cada esquina y todo lo que huele a tecnología es calificado como un malvado invento del imperialismo.
Cualquier muchacho que monte una red para jugar con sus amigos en el barrio o, para compartir actualizaciones de antivirus que tanta falta les hacen por no tener acceso a Internet, es ahora es un potencial sospechoso agente de la CIA o de cuanta agencia de espionaje internacional se les ocurra.
La cacería de brujas va a todo tren y los pobres “wifiteros” cubanos están aterrorizados de ser los próximos en la lista, que les desmonten sus redes y les decomisen los caros equipos que a duras penas han podido conseguir, muchas veces dejando de comer con tal de comprarse un adaptador Wi-Fi o una antena casera en Revolico.com.
Sin embargo, hay dos cosas que los represores caza fantasmas no se han detenido a pensar: La primera. ¿En que se van a entretener estos jóvenes que hasta el último verano escapaban del calor jugando en red o viendo los últimos partidos de futbol europeo en streaming? ¿Los prefieren en la calle? La segunda, las nuevas tecnologías son herramientas imprescindibles para el futuro del país, no son intrínsecamente “contra-revolucionarias”. ¿Cuál es el miedo si supuestamente todos estos jóvenes son afectos al sistema de gobierno en Cuba?

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