Hace rato que en Cuba el discurso oficial
va por un lado y la vida de los cubanos por otro.
Los acuerdos y
lineamientos forman parte del primero, enarbolados constantemente por
las autoridades como si formaran parte del texto de un libro sagrado de
obligatorio cumplimiento, y la lucha por la sobre vivencia a cómo sea
forma parte de la segunda.

El 1 de mayo
el pueblo combatiente hará temblar la tierra
con sus multitudinarios desfiles. Ya se conoce cuántos participaran en
cada municipio y provincia y los miles por cada sindicato en la capital.
Es una lástima que estas
cifras de obligatorio cumplimiento: 35 mil de la Construcción, 40 mil de Educación, Ciencia y Deportes, 80 mil de Industria, etcétera,
no se cumplan con igual exactitud en la producción de azúcar, leche, carnes, viandas, vegetales y otros productos. Sin lugar a dudas,
es más fácil organizar el circo que asegurar el pan.

En
las pancartas que se enarbolarán no aparecerá ningún reclamo al
gobierno, a pesar de la desastrosa situación económica y de los salarios
y jubilaciones de miseria. Los dirigentes sindicales asegurarán que sea
así y muchos, los ilusos, creerán que vivimos en el mejor de los mundos
y disfrutamos del mejor de los gobiernos. Tal vez las autoridades
también se lo crean, acostumbradas al disfrute del poder absoluto por
más de cincuenta y seis años.

Sin
embargo, todos sabemos cómo funcionan estas movilizaciones y cómo se
asegura la participación masiva. No debemos olvidar que también
existieron en los ex países socialistas, encabezados por la desaparecida
Unión Soviética y cómo, de un plumazo democrático, desaparecieron.
La realidad, palpable cada día en la calle, los centros de trabajo y de estudio y en los hogares, refleja todo lo contrario.

Cada vez los descreídos son más, y no hablo sólo de los jóvenes, cuyo
objetivo es estudiar para largarse
en la primera oportunidad o participar en alguna misión en el exterior,
para obtener un poco de divisas y mejorar su situación económica y la
de sus familiares o igualmente
largarse, sino
también de los adultos y los ancianos, convencidos de que les fueron
estafadas sus vidas, exigiéndoles un presente de sacrificios y
privaciones con la promesa de un futuro mejor, el cual se disipó entre
consignas y discursos, manifestaciones y desfiles masivos.
Cubanos en la red social/El Correo de Cuba
Fernando Dámaso FernándezEscritor y autor del Blog MermeladaReside en La Habana.mermeladacuba@gmail.com